Natalia, ha recopilado durante meses una serie de imágenes alusivas a la sensualidad del paisaje porteño. Su lente no aborda esta sensualidad desde una idea estereotipada ni la piensa desde su opuesto, sino que la identifica en imágenes, colores, formas y texturas que transitan a través de los cuerpos de los habitantes de este puerto.

Salir a caminar, encontrarse con otro y hacer de este un objetivo fotográfico, da pie a maromas varias que han significado todo un desafío para obtener -pasando desapercibida-, eso que la cautivó. Ejercicio fundamental en la tarea de esta artista que como buena observadora del contexto local, se toma de alguno de sus elementos para proponer un desplazamiento del mismo.

Esta serie de paisajes comenzó entonces a pensarse como un álbum, una colección de imágenes que, en conjunto, aluden también al ejercicio de guardar para re mirar posteriormente. El álbum, ese compendio ochentero de fotos análogas familiares al que cuando niñas pocas veces teníamos acceso, fue durante la infancia de Natalia un objeto de deseo casi inalcanzable. Ese que era desplegable y que por página te mostraba una serie de momentos que uno más imaginaba que recordaba.

Hoy “la Moya” a través de Sensual, deconstruye la noción de álbum como documento en pequeña escala, transformandolo en un objeto escultórico. En él pareciera que cada uno de sus elementos formales han explotado tomando vida propia: el espiral, el marco, mesón y sus desplegables por página adquieren color, materialidad e iluminación, los fragmentos de paisaje no solo se aprecian desde el mesón sino que salpican en composición geométrica, cuál tétris, los muros de la galería.