I.-

Según señala Tarrow (2009) citando a Raschke el movimiento social surge de la incapacidad del sistema institucional -el estado- para dar respuesta a los problemas emergentes, siendo un término utilizado “para aquellas secuencias de acción política basadas en redes sociales internas y marcos de acción colectiva que desarrollan la capacidad para mantener desafíos frente a oponentes poderosos.” (p.23). Riechmann (1995), dice que movimiento social “es un agente colectivo que interviene en el proceso de transformación social (promoviendo cambios u oponiéndose a ellos)” (p. 47). En Chile, la aparición del movimiento estudiantil se perfila como “el más masivo y de mayores efectos sociales, culturales y políticos” (Grez, parr.2), actuando como colectividad movilizadora, red de individuos que trabajan bajo una meta colectiva: el cese al lucro, y con ello una Educación Pública, Gratuita y de Calidad, definiéndose como una crítica a la educación de mercado y al modelo neoliberal, la desigualdad y el rol meramente subsidiario del estado.

La crítica social que ejerce el movimiento estudiantil guarda relación con un sistema que ha dejado de ser eficiente, como precisan Gabriel Salazar y Julio Pinto (1999), este producirá una pérdida cívica sobre su credibilidad que afectará a la política de turno, si este problema permanece aquejará al sistema mismo transformándose en una crisis de “legitimidad” es decir, de eficiencia e ilegitimidad, entendiendo la eficiencia como “el grado en que el sistema satisface las funciones básicas de gobierno tales como las considera la mayoría de la población… la legitimidad (en cambio) implica la capacidad del sistema para engendrar y mantener la creencia de que las instituciones políticas existentes son las más apropiadas para la sociedad”(p.15). Si los ciudadanos son históricamente sofocados, esta legitimidad se pierde y por lo tanto la estabilidad también, siendo la estabilidad una cualidad de responsabilidad del estado.

La política neoliberal busca mostrar los problemas del desarrollo como algo transitorio que es posible superar en el tiempo a través de la economía del mercado, utilizando recursos escasos y políticas limitadas al gobierno de turno. En este contexto aparece la sinergia local, llamada también capital social, que según Salazar (1998), es un capital comunitario que proviene de la historia particular de cada grupo, que es “autoproducido por un grupo a una comunidad local; un potencial acumulado por sus propias acciones y experiencias” (p.7).

Según Salazar (1998), la eliminación de la clase media rural ha sido el mayor golpe “asestado a las precondiciones históricas de la participación ciudadana”(p.9), ya que mediante la instalación de haciendas, mineras y el peonaje entre otros se favoreció el centralismo político, económico y la aparición de la “sociedad de masas”, no prosperaron las “comunidades cívicas” sino la “comunidad nacional”. Aclara que “la energía social de las primitivas comunidades, en este caso, no se acumuló pero si se transformó, dispersó y diversificó. No fue (o dejó de ser) un capital social `constante´ , pero si se refugió en, y se potenció como capital social variable” (p10) de uso inmediato.

La legitimidad según Salazar y Pinto (1999), surge de la irrupción histórica durante los 80 de los sistemas neoliberales regulados por la lógica del mercado y construidos desde una intervención fáctica del estado o grupos militares, que actuaron sobre los restos de las comunidades cívicas. La historia de Chile nos muestra “que los movimientos ciudadanos cuando han procurado ejercer la soberanía y el poder constituyente que les son inherentes, han sido reprimidos por ambas clases políticas (la militar y la civil), bajo la acusación de `anarquismo´ y `desquiciamiento del orden público´” (Salazar, 2011), sucedió así con la constitución de 1828 y la de 1925, y el golpe de estado de 1973 que derivó en la constitución de 1980, puerta de acceso al sistema neoliberal que traía consigo una promesa de estabilidad. Esta aparente estabilidad es sólo para algunos, ya que la gran mayoría del país sufre los efectos de inestabilidad e individualización propios del neoliberalismo. Ha existido entonces un predominio histórico de la estabilidad por sobre la legitimidad, transformándose esta última solo en un discurso que carece de realidad, por lo que se pierde credibilidad en la institución estatal transformándose en ilegitima.

La gobernabilidad, surge producto de la ausencia de protagonismo de la ciudadanía en el proceso de construcción del Estado, es la necesidad del sistema de mantener en orden a la ciudadanía, un valor bajo el que se construyó el estado desde los primeros años de la vuelta a la democracia en los 90. Es además algo de gran interés para el mercado, ya que en sus términos una democracia optima “es aquella que, entre el estado y los ciudadanos, establece un sistema electoral para elegir representantes y un subsistema de negociación para resolver los conflictos públicos y privados” (Salazar, 1998,p.15). Cuando la participación ciudadana, construye una red de poder crítico que adquiere fuerza y posibilita la exigencia de un cambio estructural volviendo obsoleta la gobernabilidad que es de carácter vertical (desde el estado al pueblo), busca promover en la “dinámica social” el poder ciudadano y la reconstrucción del Derecho y el Estado, a ello se le denomina Gobernanza. (Salazar, 1998).

El estado neoliberal ha agudizado la desigualdad social, no representando los intereses del pueblo y con ello volviéndose ilegítimo, que un estado sea durable o “estable” según presentan Salazar y Pinto (1999), “indica mera duración; los gobiernos pueden tener larga vida y a la vez ser impotentes: su duración no constituye de manera alguna un indicador de eficiencia o eficacia (p.14). El movimiento social por la Educación en cuanto a movilización ciudadana y dinámica social ha mostrado una autonomía única ya que hasta ahora no ha sido manipulado ni por el estado, por partidos o alguna persona en particular pudiendo encaminarse al ejercicio de gobernanza como voluntad de cambio y reconstrucción desde el poder ciudadano, se compone de una faz pública (política), pero también una faz privada (repliegue al ámbito socio-cultural), lo cual permite la construcción de micro-asociatividad (tejido comunitario). (Salazar y Pinto, 1998)

El movimiento por la Educación pertenecería a la denominada Gobernanza II, ella surge del interés de la sociedad civil, incluyéndola en su totalidad promoviendo la socialización entre estado y mercado, respetando los derechos humanos en una construcción socialmente propia de la realidad, significa construir el poder distribuyéndolo en redes asociativas que operen en todas las clases. (Salazar, 1998). Salazar (1998) establece ciertas precondiciones que favorecerían el desarrollo de este tipo de gobernanza en nuestro país, como la creciente crisis de legitimidad y representatividad del estado, ya que la democracia bajo la cual se promociona es representativa y no participativa lo que resta legitimidad, la polaridad entre globalización y comunidades locales, la memoria histórica de soluciones fácticas estatales, y la dinámica del chorreo evidencian el insuficiente desarrollo y distribución económica. Pero también se observan ciertos gérmenes que podrían haber ayudado a la construcción de instancias colectivas, como el movimiento por la Educación, y otras manifestaciones colectivas como la causa mapuche o la lucha en contra de Hidroaysen, las crecientes redes comunitarias provenientes de la misma ciudadanía; la multiplicación de todo tipo de red, la emergencia de todo tipo de debates locales, entre otros.

II.-

Para entender la aparición del movimiento estudiantil en la escena chilena en necesario recapitular sobre las trasformaciones sociales y ejes de acción colectiva vivenciadas por América latina en el último siglo.

En el continente predominaba un paradigma de acción colectiva, el cual según Garretón (2001), poseía en principio una matriz clásica político- céntrica o nacional popular, esta “prevaleció́ desde la década de los treinta hasta los setenta, con variaciones acordes con los períodos y los países, se constituyó por la fusión de diferentes procesos: desarrollo, modernización, integración social y autonomía nacional”(p.15), era más movilizadora que representativa y tuvo como principal forma de acción colectiva la política, siendo el Estado el referente central de estas acciones.

El Movimiento Nacional Popular aparece como actor principal, este abarcaba los diferentes movimientos sociales que eran al mismo tiempo y en grados diversos desarrollista, modernizador, nacionalista y orientado hacia el cambio social, identificándose además como parte del “pueblo” y combinando propuestas concretas con simbólicas por un cambio global. Durante los 60 y 70 América Latina, -y en particular Chile- fue objeto de diversos regímenes militares así como de transformaciones institucionales durante los 80, que acarrearon implicancias para la acción colectiva como: la reconstrucción del tejido social que fue destruido por las reformas económicas y el autoritarismo, asimismo, las acciones dirigidas al término de los regímenes autoritarios politizaron las demandas sectoriales. (Garretón, 2001)

Durante las dictaduras la principal forma de acción colectiva fueron las movilizaciones sociales, estas enfatizaban “su dimensión simbólica por sobre la orientación reivindicativa o instrumental” (Garretón, 2001, p.17), un ejemplo significativo al respecto es el rol alcanzado por el movimiento de derechos humanos.

El sistema neoliberal trajo consigo la globalización, esta se interna económica y comunicacionalmente en la sociedad lo que provoca: la desarticulación de actores clásicos ligados al modelo de sociedad industrial de Estado Nacional; explosión de identidades adscriptas o comunitaritas basadas en el sexo, la edad, la religión y la etnia; nuevas formas de exclusión; conformación de actores a nivel globalizado que se enfrentan a los poderes fácticos transnacionales. Paralelamente ocurre un cambio societal en todo Latinoamérica como amalgama entre la sociedad industrial de Estado Nacional y la sociedad post-industrial globalizada, este tenía dos ejes fundamentales uno de trabajo y producción y otro de Estado Nacional y Política. Los actores se construían desde el mundo del trabajo y de la política, pero con predominio de la última, de la combinación de ambos surgen los movimientos sociales. (Garretón, 2001).

Surge en este punto la sociedad post-industrial globalizada, que tiene como ejes el consumo, información y comunicación, perdiendo relevancia el sistema político. Se construyen nuevos tipos de actores sociales, los públicos, y otros con mayor organización como las ONGs, los identitarios y finalmente los poderes fácticos.

A partir de lo anterior indica Garretón (2001) es que podemos suponer que la acción colectiva se organiza y conforma por actores sociales más constituidos por ejes de sentido de acción que por sobre una posición estructural de individuos y grupos, estos ejes de acción no están imbricados en un proyecto societal único que los ordene o fije sus relaciones, sino que cada uno tiene igual prioridad y dinámica propia, además los actores podrían no ser los mismos que en otro ejes como ocurría con el movimiento nacional popular o el democrático.

Se identifican cuatro ejes de la acción colectiva:

1. La democratización política: surge de democracias políticas desde dictaduras, aborda fundaciones, transiciones y reformas. En el caso de Chile correspondería al segundo grupo, formado por las transiciones, referida al “paso a regímenes democráticos desde regímenes de dictadura militar o civil formales” (p.26), opera por negociación dentro de marcos institucionales. Está orientado a un cambio de modelo político (giro desde el Movimiento Nacional al Movimiento Democrático), la principal meta de acción colectiva fue el término del régimen autoritario y la instalación de una democracia consolidada. En este eje existe una subordinación de las demandas particulares a las metas políticas, predominando los partidos políticos. (Garretón, 2001)

Garretón (2001), identifica como lógicas de acción colectiva: (i)la lógica política, establecimiento de la democracia como fundamento de cualquier otro tipo de demanda; (ii) la lógica particularista, condición de apoyo al régimen democrático se supedita a la obtención de beneficios concretos en el plano de la democratización social; (iii) la lógica globalizante, critica la insuficiencia de los cambios institucionales y concibe la democracia como un cambio social más profundo y extensivo a otras dimensiones de la sociedad.

En Chile, la acción colectiva fue débil ya que si bien es democrática mantiene fuertes herencias del proceso dictatorial anterior lo que Garretón (2001), denomina “enclaves autoritarios”, como por ejemplo la constitución de 1980 impuesta por un consejo que no permitió sugerencia o modificación alguna, llevada a efecto con estado de emergencia, son otros actores involucrados, y donde se confunde la democracia participativa -social-, con la representativa de carácter liberal (Salazar, 1998).

2. Democratización social: referida primeramente a la redefinición de los derechos ciudadanos como ejes de la acción colectiva. En ella las reivindicaciones clásicas se ven amenazadas con la disminución del poder y rol del Estado, el cual ya no es referente de reivindicación. Hay un reconocimiento de derechos (ej.: luchas contra la discriminación), dándose un paso desde la reivindicación por la cobertura de derechos hacia la calidad del bien al que se aspira, los titulares de estos son colectividades pero los procesos identitarios siguen siendo de individuos.(Garretón,2001)

Lo anterior, señala el autor, da origen a movilizaciones esporádicas y acciones fragmentarias y defensivas, donde hay un debilitamiento de las instituciones que sirvieron para expresar el valor ciudadano, existiendo solo referentes y adversarios difusos. En esta instancia aparecen nuevas formas de exclusión como los ghettos y la individualización de la sociedad donde los sectores excluidos se encuentran aislados y sin conexión entre ellos. Se evidencia entonces, una falta de integración desde el modelo económico neoliberal, buscándose con la democratización social un modelo político que abogue a la integración y real participación de aquellos que hoy son excluidos y que más bien son manipulados bajo prácticas populistas que han caído, como indica Garretón (2001), en la escisión de los de “adentro” y los de “afuera”.

3. Reconstrucción de la economía y reinserción, El modelo de desarrollo sufre transformaciones basadas en el rol del Estado como agente de desarrollo y reinserción al mercado apareciendo las transnacionales, como consecuencia el modelo se transforma, la economía se autonomiza respecto de la política, y la sociedad queda a merced de los poderes económicos nacionales y transnacionales. El estado deja de ser el principal referente de la acción colectiva provocando la desintegración de los actores clásicos ligados al mundo del trabajo y, el Estado es en este contexto el campo de batalla donde hay un incremento de luchas defensivas. (Garretón,2001)

4. Modelo de modernidad , identidades, diversidad cultural y ciudadanía. Cada sociedad tiene su propia modernidad mezcla de lo científico y lo afectivo, por lo que podemos hablar de “modernidades”. La modernidad se entiende como el principio de afirmación de la capacidad de acción histórica de sujetos individuales y colectivos, no identificada a ningún modelo particular de organización o modernización. Es el modo como una sociedad constituye sus sujetos individuales y colectivos, en ella se tensionan el modelo de modernidad vinculado a los procesos de modernización de consumo y cultura de masas, con los tipos particulares de modernidad ya sea de raíz indígena o católica. (Garretón,2001)

El modelo de modernidad se expresa en las nuevas modalidades de las acciones indígenas, en la sociabilidad y redefinición ante la política de los jóvenes, y en movimientos que combinan diversas dimensiones: étnica, socioeconómica y política.

III.-

Como señalaría Grez (2011), los movimientos sociales en Chile desde el año 2011, han sucedido con insólita rapidez, masividad y persistencia, los cuales han sido de diferentes temáticas, sin embargo, el movimiento más masivo y de mayores efectos sociales, culturales y políticos ha sido el movimiento estudiantil. El cual colocó con una tremenda fuerza en la agenda política, la cuestión educacional, potenciando la reactivación de otros sectores y cuestionando certezas, valores, normas, instituciones y formas de hacer las cosas que parecían haber adquirido cierta normalidad en los ciudadanos, los cuales cuestionaban el lucro en la educación y el rol subsidiario del Estado sin mayor agitación. El poder de los movimientos se pone de manifiesto cuando los ciudadanos corrientes unen sus fuerzas para enfrentarse a su oponente y adquiere los recursos para escapar de su pasividad habitual y encuentra oportunidad de usarlos.

Este movimiento se estructura, de acuerdo a lo que señala Fleet (2011), en una crisis de legitimidad, la cual se entiende como una fractura en el esquema de dominación en su conjunto, producida por un grupo social emergente que modifica la identidad de la sociedad a la vez que presiona por mayor participación en la distribución del poder, del producto económico y reconocimiento social, conduciendo a la apertura de este esquema, o sea su democratización, o bien a su cierre, es decir exclusión.

Lechner (1983) citado en Fleet (2011), menciona que la dictadura en Chile desmontó el incipiente Estado de bienestar a través de una represiva desmovilización política. Por lo tanto, la crítica al carácter no democrático de la institucionalidad de la educación en Chile se conecta a la crisis de legitimidad de todo el sistema de representación.

En la crisis de legitimidad el grupo emergente, disputa la dominación con el grupo dominante del cual se sienten insatisfechos, y buscan restarle legitimidad a esta clase dominante y llevar a cabo la promesa incumplida.

El movimiento social por la educación ha desarrollado una critica al modelo educativo, la cual de acuerdo a Fleet (2011), “se comprende en relación a una crisis de legitimidad, en la medida que éste modelo educativo, no ha traído, desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, ni igualdad, ni integración, sino que mas bien ha sido el principal mecanismo para perpetuar la división de la sociedad en posiciones dominantes y dominadas, del mismo modo que los otros mecanismos para distribución de los recursos el sistema, el trabajo y el consumo, también han conducido notoriamente a través de la precariedad, explotación y endeudamiento a defraudar el sentido de solidaridad del grupo que sustenta a todo esquema de dominación legitima”.

Es así, que los jóvenes y otros actores sociales a través de las acciones colectivas han venido construyendo formas más democráticas y horizontales de expresión, que buscan ampliar la distribución del poder en el país, con la incipiente formulación de un proyecto de sociedad, basado principalmente en la aspiración de impulsar democratización social por medio de la educación y, como señalaría Fleet (2011) abolir la institucionalidad heredada de la dictadura.

Otro elemento que configuró el movimiento social por la educación, es el desarrollo del capitalismo de Estado, y el efecto transformador del Estado de bienestar sobre la estructura social, que condujo a la expansión del segmento de intelectuales por medio de la nueva clase media, al punto que el segmento general se constituye como un grupo por sí mismo, con autonomía en relación a las otras clases sociales y que por lo tanto es capaz de articularse en torno a sus propios intereses Fleet (2011).

La nueva clase media corresponde a un grupo amplio y heterogéneo en cuanto a condiciones económicas e intereses, la clase media sería reciente en Chile por la transformación y progresiva ampliación del grupo en los últimos treinta años. Esto nos lleva a retomar, que desde los años 90’ ha habido una masificación de la educación superior, que ha conducido a la constitución de un sector significativo de intelectuales en un sentido amplio, los cuales provienen de distintos estratos socioeconómicos.

Como señalaría Riechmann (1995), los Movimientos sociales suelen estar impulsados por grupos de individuos socioestructuralmente definidos (clases sociales, segmentos de esas clases, minorías étnicas), aunque siempre intentan movilizar a círculos sociales más amplios (los afectados real o potencialmente por el problema que tematiza el movimiento, como mínimo).

Fleet (2011), menciona al respecto, que la “Identificación del movimiento estudiantil con el desarrollo de la nueva clase media y de trabajadores intelectuales en Chile se realiza desde el origen concreto de los integrantes del movimiento, es decir los estudiantes, en familias de clase trabajadora, incluyendo empleados, obreros y trabajadores no calificados, que efectivamente corresponden hoy al segmento mayoritario en educación superior, imprimiendo así carácter popular al segmento y determinando sus orientaciones”.

De lo anterior se desprende, que la articulación entre demandas estudiantiles y las orientaciones colectivas de su base social, se produce en la pretensión de ejercer control reflexivo sobre las condiciones de formación y reproducción de la clase. Fleet, (2011), lo expresa como la falta de control sobre el sistema de educación reflejado en condiciones de segmentación, subordinación y problemas de calidad para la reproducción de los sectores medios.

El lucro, también ha sido central en el movimiento estudiantil, citado como uno de los conflictos principales en la acción movilizante de los universitarios, ya que se produce una contradicción al interior del Estado subsidario, ya que por un lado la educación como interés general, definida por su valor uso: la calidad, y por el otro la educación como negocio, en donde el servicio se hace posible que el valor de cambio posibilite margen de ganancia.

Esta contradicción que aparece como vital en este grupo, que se moviliza ante la incapacidad del sistema institucional establecido para hallar respuestas a los problemas en torno a los cuales se articula el movimiento.

Fleet (2011), señala al respecto que el estado no es capaz de administrar el interés público sin subordinar a los intereses privados, y así el ámbito mismo de formulación de las políticas públicas se convierte en espacio de enfrentamiento de posiciones y movilización política, terminando en todo lo contrario al carácter técnico y no político que las orientaciones neoliberales pretendieron instaurar en el estado Chileno.

La educación esta siendo el espacio preciso para criticar la hegemonía y el modelo de desarrollo mercantil imperante, a la vez que para plantear su superación.

Son los ejes estructurantes anteriormente expuestos -crisis de legitimación, crítica al modelo educativo, desarrollo del capitalismo de Estado, lucro, etc.- los que caracterizan al movimiento social por la educación como actor colectivo movilizador que, tiene como meta llevar a cabo, impedir o anular cambios sociales fundamentales, con cierta continuidad y sobre las bases de una alta integración simbólica y una escaza especificación de roles (Raschke 1985, en Ricehmann, 1995). Como contexto de acción colectiva, ha logrado desnaturalizar los modos de hacer del sistema neoliberal, y de los modos de ejercer gobernabilidad de carácter centralizado, jerárquico y donde la participación se ejerce mediante la representatividad y no de una participación social. Hay que tomar en cuenta que la última encuesta ADIMARK (2012), de septiembre arrojó un 31% de aprobación a la gestión del actual gobierno y un 57% de desaprobación.

La identificación que ha logrado el movimiento supera el 70% en cuanto a adhesión a demandas, (Vallejo en La tercera, 2012), lo que daría indicio de una fuerte identidad colectiva y arraigado sentimiento de pertenencia grupal, es decir integración simbólica y solidaridad con la causa.

Tal y como señala Grez (2011), ha sido el movimiento “más masivo y de mayores efectos sociales, culturales y políticos”(parr.2), siendo su principal virtud poner en la palestra política la “cuestión educacional” y con ello reactivar diversos sectores, así como abrir públicamente el cuestionamiento de lo que hasta entonces era considerado como certezas, normas y valores para los chilenos, es decir es un aporte a la repolitización de la sociedad chilena. Esta “cuestión educacional” se detona en un estudiante cuando quiere acceder a la educación que el mismo estado prometió y favoreció al masificar y educar a una nueva clase burguesa, la que hoy se siente empoderada y con un sentimiento de “ser futuro”, y se enfrenta al elevado costo de los aranceles, matrículas y las consecuencias de atrasarse en pagos, entre otros… es ahí donde el sistema se deslegitima a si mismo y todo estalla.

Desde su diversidad ha desarrollado acciones pedagógicas de politización hacia el resto de la sociedad chilena, lo que se expreso de buena manera durante las movilizaciones del año 2011, desde ahí la toma de conciencia ciudadana acerca de la necesidad de cambiar el sistema educacional y sus características de inequidad social. Es por ello, que los estudiantes (escolares y universitarios), junto a los profesores y trabajadores de la educación deberán profundizar la critica al modelo, proponer soluciones alternativas y establecer un vinculo entre las deficiencias de la educación, el modelo económico neoliberal y la democracia. Será en este vinculo en el que reside precisamente, en la posibilidad de tender lazos solidarios entre distintos movimientos sociales en base a la oposición al neoliberalismo y la reivindicación de una democracia plena (Grez,2011)

Los jóvenes y actores sociales han venido construyendo desde hace años formas organizativas mas democráticas y horizontales, como los colectivos sociopolíticos, las asambleas territoriales y locales y las coordinaciones sectoriales, regionales y nacionales de colectivos y organizaciones sociales cuyas políticas y decisiones se toman colectivamente y en las que no es extraño que los dirigentes y voceros sean removidos por sus bases si estas los estiman conveniente. (Grez, 2011).

Algo que ha caracterizado al movimiento por la educación es que a diferencia de otros movimientos sociales que se han perfilado a partir de partidos políticos, este ha transitado por fuera de ellos, se organizan a través de la diversidad y no están definidos por un partido en particular. Según Salazar (1998), los estudiantes se aburrieron de los partidos políticos, los nuevos movimientos sociales se rigen por asambleas libres, donde no hay un líder, sino voceros que transmiten lo que deciden democráticamente sus compañeros.

El apoyo de las redes sociales ha sido fundamental para informar, opinar y movilizar a los adherentes, estas aparecen como nuevas formas de organización y acción colectiva, ya que como interfaz son efectivas al momento de buscar apoyo activo de los miembros de la sociedad y contrarrestar los efectos nocivos de los medios oficiales de comunicación que no se han caracterizado por entregar información transparente y transversal. Es asimismo una nueva forma de protesta que se ha ido consolidando como tejido social o inteligencia colectiva.

La marcha es la forma más clásica de manifestación o protesta, y ha sido el caballito de batalla del movimiento por la educación, pero ya no solo es caminar por las calles con carteles y manifestando a coro consignas, sino que ha tomado diversas formas de acción, como aquellas de carácter cultural que aparecen como fiesta ciudadana, el UFA por la educación, subsidio masivo por la educación, besatón por la educación, huelgas de hambre -como medida extrema y de alta significancia corporal-,entre otros ponen de manifiesto la creatividad y han abierto puertas no solo ha nivel nacional sino también internacional. Además se ha logrado convocar a miles en las calles, presentándose como el movimiento de mayor masividad en la historia del país.

Tarrow (2009) señala que los descontentos encuentran oportunidades favorables para reclamar sus demandas cuando se abre el acceso institucional, cuando emergen conflictos entre las elites, cuando pueden conseguir alianzas y disminuye la capacidad represora del estado. En ese sentido, el Movimiento social estudiantil, como se ha mencionado mas arriba ha surgido teniendo como oponente al Estado, la clase política y el sistema neoliberal en donde ha mostrado la educación su cara más desfavorable.

El movimiento fue tomando fuerza, debido a que el gobierno solo ha recogido sus planteamientos sin que involucren cambios estructurales en el sistema, como ha sido la demanda de propuesta, lo que ha generado nuevos emplazamientos y fuerza de sus dirigentes. Esto también se hace evidente con un gobierno que muchos dicen creo falsas expectativas, prometió mas de lo que podía cumplir y no ha mostrado la cercanía y apertura que permita acortar la distancia entre los poderes y la ciudadanía, acompañado de la existente crisis de la falta de representatividad de la clase política. Adimark (2012) señala que el gobierno tiene un 23% de aprobación en lo que respecta al manejo de la educación, y un 20% de aprobación en como ha manejado el conflicto estudiantil, en tanto que un 76% los desaprueba.

El mercado educacional se impuso en Chile sostenido en la buena fe, ingenuidad e ignorancia de estudiantes, apoderados y profesores, muchas veces cómplices por ignorancia del crecimiento monstruoso de la educación diferenciada por clase social. Pues, la ideología aspiracional es una fuerza motriz que no puede ser desconocida. Tal situación se ha modificado tras las movilizaciones y las propuestas de los actores educativos y el nuevo sentido común de la ciudadanía, que demanda educación pública.

Camila Vallejo, ante esto señala “Esto lo hacemos en base a las propuestas que desde hace años hemos estado elaborando y con una movilización social amplia que integre las demandas estudiantiles a los planteamientos de los demás sectores sociales que estarán pendientes de la discusión presupuestaria” (Vallejo en La tercera, 2012. Parr.8).

El movimiento social por la educación, esta deliberando y proponiendo cambios profundos, pero no solo en educación, también con otros problemas sociales, lo que hace al movimiento un movimiento ciudadano. Sin embargo la potencia que tuvo la configuración de un nosotros alrededor de las demandas de igualdad y calidad educativa fue un paso importante que logró que el movimiento, poco a poco, fuera tomando una identidad de clase, que logró una alta identificación con la ciudadanía, sobre todo de los sectores más excluidos. Cornejo (2009).

Hasta ahora el gobierno solo ha recogido los planteamientos del movimiento social por la educación cuando estos no involucran cambios estructurales, girando las propuestas estudiantiles a beneficios propios, generando “cambios” de dudosa e ineficiente incidencia, poco sustanciales.

La anomia política, que disfraza las cosas para legitimar es una forma de dominación asociada a la globalización de la que el movimiento pro la educación debe tener cuidado. Según Grez (2011), es un mal que asecha a los movimientos sociales así como a la sociedad chilena.

Mientras las fuerzas hegemónicas promovidas por las Gobernanzas I y II (lógica de gobernabilidad desde el capital social y relación global entre estado y sociedad civil, (Salazar, 1998), ponen de manifiesto la poca democracia existente hasta ahora, podríamos pensar en movimientos como el estudiantil para evidenciar la energía social surgente, proveniente de la Gobernanza II, aquella que permitiría la inclusión de la sociedad civil. Es tarea entonces del movimiento por la educación no decaer ni disolverse por presiones externas o agotamiento, su desafío hoy es el reconfigurar sus formas de acción en cuando a manifestación y adhesión ciudadana, así mismo reinventarse políticamente para continuar presionando al estado para la consecución de sus demandas.

Su continuidad reside en el vínculo solidario entre ellos mismos como personas identificadas por una causa común, pero también con otros movimientos que en definitiva luchan por un cambio del autoritarismo neoliberal, que permita la soberanía efectiva de los pueblos.

Bibliografía:

ADIMARK (2012). Evaluación del Gobierno septiembre 2012. Disponible en: http://www.adimark.cl/es/estudios/index.asp?id=163

Fleet, N. (2011). Movimiento estudiantil y transformaciones sociales en Chile: una perspectiva sociológica. POLIS revista latinoamericana. Dimensión de lo público Sociedad y Estado. Disponible en: http://polis.revues.org/2152

Garretón, M. (2001). La transformación de la acción colectiva en América Latina. Revista CEPAL 76. Disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/0/19330/lcg2175e_Garreton.pdf

Grez, (2011). UN nuevo amanecer de los movimientos sociales en Chile. The Clinic.

Reichmann, J., Fernández, F.(1994). Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales. Ediciones Paidós.

Salazar, G. (1998). De la participación ciudadana: Capital social constante y capital social variable. Disponible en: http://www.sitiosur.cl/publicacionescatalogodetalle.php?PID=3247&doc=N&lib=N&rev=N&art=Y&doc1=N&vid=N&autor=&coleccion=&tipo=ALL&nunico=15000029

Salazar,G. y Pinto, J. (1999). Historia contemporánea de Chile. Construcción del estado en Chile. Lom Editores.

Salazar G. (2011). En el nombre del poder popular constituyente (Chile siglo XXI). Lom Editores.

Sobarzo, M. Cornejo, R. (2009) Las luchas por el movimiento por la educación y la reacción neoliberal. Equipo Observatorio Chileno de Políticas Educativas – Universidad de Chile disponible en :http://www.opech.cl/inv/analisis/luchas_movimiento_educacional.pdf

Tarrow(2009). El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Alianza Editorial. 2011.

Vallejo, C. (2012). Diario la Tercera. Camila Vallejo y discusión de presupuesto 2013: “El conflicto en educación se va a mantener vigente”. Disponible en: http://www.latercera.com/iphone/noticia/politica/2012/10/674-487965-9-camila-vallejo-y-discusion-de-presupuesto-2013–el-conflicto-en-educacion-se-va.shtml
La reina de las batallas
Nancy Mansilla + Marta Ibacache
2011
Cristián Munilla Larenas
17,5x12,8
Todo sistema de educación es una forma política
de mantener o de modificar la adecuación de los discursos,
con los saberes y los poderes que implican.
Michel Foucault.

La esperanza es algo que comparten los maestros y estudiantes.
La esperanza de que podemos aprender juntos, enseñar juntos,
ser curiosamente impacientes juntos, producir algo juntos,
y juntos ofrecer resistencia a los obstáculos que impiden
el florecimiento de nuestra felicidad.
Paulo Freire